Ley de rendimientos decrecientes

En economía existen muchos conceptos que tratan de explicar simples aspectos que serán clave para entender otros tantos en esta ciencia. Hoy te contaremos de qué trata la Ley de rendimientos decrecientes, que tan conocida es.

La Ley de rendimientos decrecientes hace referencia a la disminución que presenta un producto a medida que se añaden factores productivos a su creación. Este decrecimiento puede afectar también a los servicios, y presenta una tendencia marginal. La tendencia marginal hace referencia a que el aumento es cada vez menor.

La explicación de la ley de rendimientos decrecientes se debe a que al incrementar la cantidad de un factor productivo de un bien o servicio, la producción que genera sea cada vez menor; su rendimiento baja a medida que el factor se va incrementando.

Según esta teoría, para que esto ocurra, los demás factores productivos deberán permanecer fijos. Y lo que ocurriría será que la cantidad de producto final que obtenemos es menor a medida que vamos produciendo más.

Puede llegar el punto que incluso el aumento del factor productivo incida negativamente en el rendimiento de la producción y se vuelva inverso. Esto se traduciría en que la producción no dejaría solo de desacelerarse sino, llegado a un determinado punto, comenzar a disminuir.

¿Dónde se aplica la ley de rendimientos decrecientes?

Como hemos indicado, este concepto es muy importante en economía, pues está muy ligado con multitud de fenómenos que se suceden en ella.

No obstante, hay que diferenciar este concepto del de deseconomías de escala que es justo contrario al de economías de escala. En este concepto, las disminuciones producidas en la producción se deben a que aumentan todos los factores que intervienen en su producción, a diferencia que en la ley de rendimientos decrecientes.

Entendido esto, la aplicación de la Ley de rendimientos decrecientes es múltiple en diferentes aspectos. Podría ser aplicable al factor humano. Imaginemos que aumentamos la cantidad de trabajadores que tenemos en un taller, posiblemente la productividad que generemos es mucho menor que si el número de personas que había anteriormente.

No obstante, esta proporción no siempre se comporta de la misma manera: no siempre que se aumente la cantidad de trabajadores del taller se va a conseguir grandes beneficios. En este caso es el factor humano el que se ha aumentado, y algunos otros factores se han mantenido constante, por ejemplo las dimensiones del taller. Si aumentamos la flota de personas que trabajan allí, posiblemente ganemos en productividad hasta cierto punto, pero llegará un punto en que no nos salga rentable. Esto podría deberse a que no son tantos los coches que vienen a arreglarse, no se requiere tanto personal, o incluso si hay suficiente demanda no existe suficiente espacio en el taller para trabajar (los trabajadores se chocan, no hay espacio para reparar los vehículos, etc).

Por otro lado, otros factores también son importantes y presentan este tipo de comportamientos. Es por ejemplo el factor capital: máquinas, instalaciones, dinero, etc… Todo influye a la hora de la fabricación de bienes o servicios. Siguiendo con el ejemplo anterior, si compramos una máquina que uno de los operarios sabe manejar muy bien seguro aumentamos nuestra producción y así ganar más dinero. No obstante, comprar dos máquinas siendo solo una persona la que tiene el permiso para usarla podría ser un desperdicio y, a la larga, convertirse más en una pérdida que en un beneficio.