La Teoría de la Mano Invisible fue elaborada por el economista Adam Smith y se trata de una metáfora de cómo la búsqueda del interés propio puede ser beneficioso para el conjunto de la sociedad. En otras palabras, según esta teoría, no existe inconveniente en que cada persona busque su interés individual, ya que la ley de la oferta y la demanda benefician a toda la sociedad de una manera indirecta.

Fundamentos básicos de la teoría de la Mano Invisible

La primera referencia a la metáfora de la «Mano Invisble» la encontramos en la obra de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, publicada en el año 1776, aunque la expresión «mano invisible» ya había aparecido en su primer libro, La Teoría de los Sentimientos Morales (1759). La mano invisible es una metáfora con la que Smith, padre de la economía moderna, hace referencia a la capacidad de autorregulación que el libre mercado tiene intrínseco en sus fundamentos y teorías.

De esta manera, apuntaba que el papel del mercado es fundamental y que cuanto menos control exista en las economías, más fácil será que éstas alcancen su máximo bienestar. Según las ideas de Smith, las acciones de la oferta y la demanda son suficientes para alcanzar el equilibrio económico y la fijación natural de los precios, y los mandatarios deberían ocuparse de otros asuntos más enfocados a la justicia o la defensa, dejando al mercado a su libre funcionamiento.

En definitiva, la teoría de la Mano Invisible defiende que la propia autorregulación del mercado facilita la consecución de un mercado óptimo, por lo que los individuos deben comportarse y actuar sin las interferencias del estado y buscar su propio interés. A juicio de Adam Smith, los precios son un indicativo más que suficiente para saber en qué preciso momento se debe participar o no en el mercado.