Un bien sustitutivo es aquel bien (o servicio) que es capaz de poder satisfacer la misma necesidad que otro bien. En ese sentido, es decisión del consumidor poder reemplazar dicho bien por otro debido a las funciones que desempeña. La diferencia entre elegir uno u otro bien son las características o el precio de ambos. Un buen ejemplo para este tipo de bienes puede ser el azúcar, y sus sustitutos la stevia, la miel, el azúcar de coco, etc.

Las preferencia del consumidor son muy relativas y dependen mucho del consumidor, siendo la calidad, el servicio post-venta y algunas características del producto que diferencian un producto de otro. A pesar de que esto supone una ventaja para el cliente, para las empresas supone un quebradero de cabeza, ya que tienen que intentar captar la atención al cliente de nuevas y diferentes formas.

Los bienes sustitutivos son perfectamente competitivos entre ellos, por lo que es importante que tengamos en cuenta qué características lo definen para así intentar diferenciarse algo y no ser tan sustitutivo como parece.

Características de bienes sustitutos

Entre las características principales encontramos que dichos bienes tienen entre sí demandas muy relacionadas, ya que el usuario tiene claro qué bienes son los que se pueden sustituir fácilmente.

Estos bienes representan, por su parte, elasticidad cruzada de demanda positiva. Con esto queremos decir que, cuando aumenta el precio de este tipo de bienes, la demanda de uno de sus sustitutos aumenta. Y esta característica es bastante importante, pues tiene relación con las preferencias del consumidor, que es capaz de decidir qué bien elegir.

Por ello, cuando el precio de uno sube, lo más normal es que, si no estamos muy obsesionados con un bien, nos pasemos rápidamente a otro (sustituto, normalmente).