La seguridad de los alimentos que se venden en el mundo es cada vez más ineficiente. Las políticas que se plantean y las instituciones que regulan este tipo de producciones no son lo suficientemente buenos para asegurar la calidad de los alimentos que la población consume. La agricultura sostenible trata de asegurar la seguridad alimentaria mundial y promover, a la vez, ecosistemas saludables y apoyar la gestión sostenible del agua, de la tierra y de los recursos naturales.

El primer paso empieza en la satisfacción de las necesidades por parte de la agricultura. Pero dichas necesidades deben tratarse de manera equitativa; tanto organizaciones como consumidores deben ganar por igual, y es algo que no está sucediendo.

El concepto de agricultura sostenible trata de poner en regla lo indicado anteriormente, asegurando que los productos y servicios que se consumen sean rentables y respetuosos con el medio ambiente y para aquellos que estén involucrados en el proceso (incluyendo empresas y consumidores).

Todo esto no podría llevarse a cabo si no se involucran las instituciones pertinentes para ello (gobiernos, organismos colectivizados, instituciones, etc). Es de imperiosa necesidad realizar cambios en los sistemas pertinentes para alcanzar los objetivos (saber cómo materializarlos), ser eficaces en el uso de los recursos que se tiene y la mejora de la protección ambiental (en todos los ámbitos).

Aunque, como hemos indicado, es necesario que estén involucrados los gobiernos u organismos encargados de promover este tipo de seguridad alimentaria. Ya no solo afecta a los ciudadanos, sino también a las empresas encargadas de ofrecer los productos que se consumen y a los servicios que realizan (de labor en el campo, manejo de productos, fabricación, etc). Es por ello que las políticas que se llevan a cabo en materia agrícola son de excesiva importancia para que todo lo que acabamos de explicar se lleve a cabo.