Hablamos de cuentas a cobrar cuando una empresa tiene unos derechos pendientes de cobro sobre terceras personas, ya sean físicas o jurídicas, a una fecha determinada. Estos cobros pendientes suelen ocurrir cuando se realizan créditos que una empresa concede a sus clientes.

Las cuentas a cobrar pueden clasificarse según el origen en cuentas a cobrar a cargo de clientes, de compañías afiliadas, empleados y otros deudores, separando aquellos cobros que provengan de ventas y servicios del resto de orígenes. También se puede clasificar según la disponibilidad: inmediata o corto plazo y a largo plazo.

El objetivo de utilizar cuentas a cobrar es la de estimular las ventas y ganar nuevos clientes. Además se suele utilizar como herramienta de marketing para proteger la posición en el mercado.

Este tipo de cuentas se ha de señalar en el activo de una empresa, pues es un dinero que está a la espera de ser tomado.

Es importante realizar una buena gestión de estas cuentas, ya que es el activo con mayor disponibilidad, tras el efectivo en caja porque no ha de pasar por los procesos de manufactura, almacenaje, traslado y colocación en el los clientes.

La gestión de cuentas por cobrar

La gestión de las cuentas a cobrar tiene doble función. Por un lado, sirve para realizar una facturación bien detallada y analizada, evitando así retrasos en pagos y morosidad. Por otro lado, si se aplica una visión comercial, la buena gestión de las cuentas a cobrar, que se basan en el crédito, también puede permitir generar ingresos en el futuro.

Un buen servicio de gestión de cuentas a cobrar debe constar de un análisis, verificación, seguimiento de clientes, un pre-vencimiento, un estudio de los motivos y un dispositivo de búsqueda de soluciones. Por ello, la comunicación con los clientes es esencial, tanto para evitar la morosidad como para entablar una buena relación comercial que genere beneficios en el futuro.