Cuando la banca concede un préstamo siempre conlleva la obligación de devolver ese capital más un tipo de interés, que no es más que el precio al que la entidad nos vende ese dinero en forma de préstamo temporal.

Y es que aunque resulte paradójico, el dinero también tiene precio, como cualquier otro bien, solo que en este caso se le llama tipo de interés.

En cualquier economía la moneda facilita los intercambios pero tiene una oferta limitada, por tanto tiene un precio, y esta es la base del negocio de la banca.

¿Por qué se aplican intereses a los préstamos?

Principalmente son dos los motivos objetivos por los que los bancos y las financieras privadas aplican el tipo de interés a sus préstamos, son éstos:

  • Para compensar el posible impago de la deuda: Cuando un banco, una entidad financiera o cualquier empresa privada nos presta su dinero se arriesga a que no lo podamos devolver, cuanto más riesgo de insolvencia tiene el deudor más alto será el tipo de interés que se le aplicará a esa deuda, es lo que se conoce como prima de riesgo.
  • Para sacar un beneficio de dicha operación: Cuando se presta dinero a alguien se renuncia al beneficio que ese capital puede otorgar en cualquier otra inversión, por tanto, si el préstamo de dinero no supusiera un beneficio para el prestatario nadie renunciaría a parte de su capital aunque solo sea de manera temporal.

¿Cómo se calcula el tipo de interés?

En definitiva, el tipo de interés no es más que el dinero que nos va a costar recibir el préstamo solicitado, a más plazo y más capital mayor será el tipo de interés que pagaremos por ese capital que recibimos en forma de préstamo.

El tipo de interés se expresa como un tanto por ciento del capital prestado y normalmente hace referencia a un periodo de tiempo de un año. Por  ejemplo, si se solicita un préstamo de 1.000 euros con un interés del 6% anual, se debería devolver al banco los mil euros prestados más 60 en concepto de intereses.