El concepto de tecnoestructura proviene de J.K. Galbraith y hace referencia al conjunto de técnicos o profesionales (como economistas, marketers, ingenieros, juristas, etc.) que dirigen las grandes empresas y que tiene un poder suficiente como para tomar decisiones empresariales.

Digamos que, dependiendo del poder que toman dentro de la empresa, la tecnoestructura determinará el poder o la toma de decisiones que pueda llevar a acabo un conjunto de personas en una empresa determinada.

El término está muy ligado a la tecnología: Galbraith asegura que gracias a la aparición de las nuevas tecnologías y de los grandes inversores en la economía, el poder de decisión no solo recae sobre quien deposita el capital en la empresa. Esto quiere decir que, realmente, el poder de decisión recae sobre el «conjunto de técnicos que constituye la verdadera cabeza de la empresa moderna».

Galbraith asegura que el objetivo primordial de la empresa moderna capitalista no es la obtención de beneficio, sino el crecimiento de la empresa. Para ello, una vez más, hace mención a la importancia de la tecnología y la necesidad de basarnos en ella para poder llevar a cabo este crecimiento empresarial.

Por otro lado, importante destacar la necesidad de la investigación en el progreso técnico que debe experimentar la empresa, independientemente de las necesidades del público al que debe someterse. No obstante, el mercado y sus necesidades no se ven desplazados sino todo lo contrario: se pone mayor empeño en conocer qué se quiere conseguir y las necesidades que se deben cubrir.

En este sentido, se habla de que es la propia empresa la que determina cuáles son las necesidades del consumidor e intenta satisfacerlas y no al contrario, como sucedía anteriormente.