La tecnocracia hace referencia a un posicionamiento ideológico, científico y racional que se aplica a algunos sistemas de gobierno, política y la gestión económica. Esta forma de gobierno apuesta por que los problemas y cuestiones de los ámbitos que hemos mencionado anteriormente deban estar basados en resultados cuantificables y mediciones racionales en vez de en aspectos subjetivos o ideológicos como suele suceder.

Pros y contras de un sistema tecnocrático

Para que un sistema político tecnocrático funcione es necesario que haya expertos en el tema y técnicos que aborden las labores de comprobar que todas las funciones se puedan llevar a cabo y que éstas sean medibles y cuantificables, como hemos indicado anteriormente.

Por ello, debemos tener en cuenta que las personas responsables (los tecnócratas) deben estar especializados en diferentes ámbitos, como lo son: la economía, la demografía, urbanismo o gestión pública, entre tantos otros como la política económica. Obviamente para que los tecnócratas puedan ejercer su función, se debe tener un sistema política y una legislación que esté basada en este posicionamiento político-ideológico.

En cuanto a los puntos a favor de la tecnocracia encontramos:

  • Este tipo de sistema ahuyenta que se produzcan los populismos y las demagogias.
  • El tecnócrata tiene cierto poder respecto a las mayorías políticas, ya que sirven como asesores de los gobernantes.
  • Es un sistema político en el que no se ve reflejado ninguna religión o totalitarismo, que puedan afectar al funcionamiento del gobierno.

En cuanto a los aspectos más negativos de este pensamiento, destacamos:

  • Pueden existir controversia debido a que exista más de una solución sobre un determinado problema, por lo que se hace necesario que existan ciertos valores objetivos para zanjar el tema.
  • Podría crearse un sistema de desigualdad e injusticia social al dar más importancia a algunos individuos frente a otros por razones educativas o económicas