Ya sabemos que en el mundo de las finanzas, conocer el riesgo de los diferentes activos financieros con los que operamos es de suma importancia para poder valorar las diferentes opciones disponibles.

El riesgo específico, como su propio nombre indica, hace referencia al riesgo que es intrínseco a las características de cada producto financiero que estamos teniendo en consideración. El riesgo específico también vendrá determinado por algunas situaciones o decisiones que tome la empresa, así como factores externos (algunas decisiones tomadas por la dirección empresarial, las huelgas producidas, los actos imprudentes que tome, etc).

El riesgo específico, es lo contrario a riesgo sistemático, y también suele recibir el nombre de riesgo no sistemático o riesgo diversificable. Las razones son obvias, y es que con una diversificación de los productos que componen nuestra cartera, podríamos reducir considerablemente los riesgos que se producen. No obstante, esto depende también de los activos que estamos teniendo en consideración, pues unos proporcionarán más riesgos que otros.

La incertidumbre de las decisiones tomadas por la empresa son el principal motivo por el que el riesgo no sistemático adquiere la relevancia que tiene. Esta incertidumbre puede venir a manos de circunstancias de la empresa, o actividades o actos que han surgido en el sector. Como hemos indicado, esto puede deberse a multitud de factores: decisiones tomadas por la empresa, huelgas, contratos que haya realizado, ventas que se haya originado en un período, etc.

De esta forma, los títulos de las empresas se ven afectados, para bien o para mal, siendo éste último un riesgo que asume el inversor cuando decide comprar cierto título empresarial. No obstante, como sucede en los mercados de valores, es decisión de la empresa realizar la compra-venta de activos con el objetivo de recuperar la inversión realizada obteniendo resultados o pérdidas, dependiendo del riesgo que estemos asumiendo en ese momento por culpa de esa empresa.