¿Sabías que las ventajas fiscales tienen consecuencias? En concreto, dichos efectos consisten en gastos que debe asumir la Administración Pública dado que es ella quien ofrece las ventajas fiscales. De ahí surge el término económico gastos fiscales, de la ausencia de ingresos o los ingresos en negativo que recibe la Administración Pública.

¿Para qué sirven los gastos fiscales?

Los gastos fiscales es la forma en la que la Administración Pública intenta redistribuir los recursos entre contribuyentes y los diferentes sectores de la economía. Para ello, la Administración aplica reducciones, exenciones o deducciones con las que dejará de recibir determinadas cantidades de dinero, provocando así los conocidos como gastos fiscales, los costes que tiene aplicar un determinado tipo de fiscalidad, más flexible.

¿Qué tipos de gastos fiscales existen?

Toda ventaja fiscal del contribuyente conlleva una serie de gastos para la administración (conocidos como gasto público), desde la aplicación de impuestos reducidos hasta el retraso del pago de determinadas tasas, pasando por las deducciones que comentábamos anteriormente. Entre los gastos fiscales más habituales que debe asumir la Administración Pública encontramos:

  • Las exenciones fiscales: se trata de aquellos casos en los que a pesar de que exista la acción imponible no hay obligación de pagarlo.
  • Las reducciones: consiste en aplicar reducciones en la base imponible o el montante sobre el que se fija el porcentaje del tributo
  • Las deducciones: se produce cuando se rebaja la cantidad a ingresar a la Administración Pública. Dicha cantidad a ingresar es también conocida como cuota íntegra y se obtiene tras aplicar el tipo impositivo sobre la base imponible. Un claro ejemplo de este caso son las deducciones que tiene el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas  cuando se adquiere una propiedad inmobiliaria para uso habitual.
  • Los tipos impositivos reducidos: en este caso se aplica el porcentaje de impuesto que corresponde al intervalo más bajo del gravamen.
  • El retraso en el pago de los impuestos: en ocasiones, el contribuyente puede tener dificultades para hacer frente al pago de las tasas en un momento determinado por algún tipo de imprevisto. En esos casos se puede pedir una prórroga para pagar a la Administración más tarde o fraccionar el pago en varias veces y pagarlo poco a poco.