Llamamos costes hundidos a aquellos costes en los que se han incurrido y no se podrán recuperar en el futuro. Los costes más conocidos de este tipo son el tiempo, ya que el tiempo es una de las variables que no se puede recuperar. Por otro lado, el dinero y otros recursos que se gastan en un proyecto, en una inversión u otra actividad que tiene la característica descrita anteriormente también podrá denotarse como coste hundido y, por tanto, no podrá recuperarse.

Se recomienda que dicho coste no se tenga en cuenta si se quieren tomar decisiones económicas de inversión, pues supone más una ventaja futura que una evaluación de lo gastado en el pasado. Este concepto va relacionado con el coste de oportunidad por ello mismo.

Es decir, cuando contamos con costes hundidos, estamos asumiendo que vamos a escoger una opción frente a diferentes alternativas. La situación planteada nos hace inclinarnos sobre una de las opciones, asumiendo que la decisión que tomemos tendrá consecuencias sobre el futuro, sin necesidad de mirar hacia atrás ya que afectará a situaciones futuras.

Ejemplo de costes hundidos en una empresa

Imaginemos que una empresa plantea un proyecto, en el que se presenta un nuevo producto innovador. El estudio de mercado para abarcar dicho producto cuesta 2 000€, y el diseño y modelado del producto 5 000€. Posteriormente, sus servicios de marketing se elevan a 3 000€. Junto a ello, tendremos que sumar el tiempo transcurrido y pasado, la investigación y el modelo planteado, que se elevan a 12 meses.

Planteada esta situación, debemos tener en cuenta que los gastos que se han realizado, tanto de tiempo, investigación e inversión económica (10 000€ en total) son costes hundidos, pues no podrán recuperarse, se tome la decisión que se tome.

Un punto importante a comentar es que no solo debemos de fiarnos si la inversión es buena o mala solo teniendo en cuenta su evaluación, pues el el dinero gastado no influenciará en dicha evaluación.