Cuando existen ciertas situaciones financieras o de inestabilidad o crisis en un país es necesario que las entidades financieras puedan responder bien. Por ello, nace el core capital (o capital de calidad), un capital económico mínimo exigido a las entidades financieras para afrontar dichas situaciones.

En cierta medida, dicho mínimo se convierte en un ratio de solvencia, gracias al cual se pueden analizar la capacidad de solvencia de cada entidad financiera. Esto se mide a través de su capacidad de asumir riesgos y realizar determinadas operaciones en el mercado con total libertad.

¿Cómo calcular el core capital?

Para poder calcular el core capital de determinada entidad financiera se tendrá que realizar una ponderación y una valoración de los créditos que la entidad ha concedido, en función del riesgo y la calidad que estos ofrecían. En este sentido, se podrá especificar 5 categorías de riesgo de créditos (que oscila entre el 0 y el 100%).

El riesgo de crédito deberá ser cubierto por el capital de la sociedad (este valor suele ser entre 8 y 11%), de tal forma que se pueda afrontar los créditos de riesgo con el capital de la sociedad, obligando a capitalizar bancos y emitir emisiones masivas de capital.

Debemos tener en cuenta el marco regulatorio de Brasilea II. Dicho marco regulatorio bancario tiene su efectividad en la Unión Europea, y prepara a los bancos para poder sobrevivir en situaciones en los que le hace falta tener una mayor liquidez y orientar las organizaciones a actividades que sean capaces de soportar.

Los test de estrés son utilizados por dicho marco regulatorio para poder encontrar la resistencia máxima de tensión a que puede soportar una entidad europea, atendiendo a unos escenarios. Aquí se usa el core capital como indicador de solvencia y fortaleza a la hora de realizar dicho análisis.