Cuando hablamos de consumo intermedio hacemos referencia al valor que equivale a los bienes y servicios que se han utilizado para poder crear productos nuevos. El valor que se le otorga es realmente la utilización de dichos inputs en su proceso productivo.

En el consumo intermedio podemos considerar bienes no durareros y servicios consumidos en la producción de nuevos bienes y servicios. No obstante, algunos activos, como lo son los activos fijos (maquinaria o instalaciones) quedarán excluidos de la clasificación. De igual forma, se deben tener en cuenta también aspectos como los costes de mantenimiento de los bienes de capital o los de diseño y desarrollo de productos.

Como es normal, para poder fabricar la mayoría de productos vamos a tener que utilizar otros productos que han sido previamente producidos. Por poner un ejemplo, para poder fabricar una botella de cristal, tendremos que utilizar cristal y papel para la impresión de su etiqueta. Supone que tanto el cristal como el papel son consumos intermedios para la fabricación de la botella.

Dependiendo de la manipulación de los inputs, el consumo intermedio podrá ser incorporado en el proceso productivo de un determinado bien o servicio de una manera u otra. En algunas ocasiones, éstos bienes pueden ser incluidos de forma directa (normalmente son materiales necesarios para complementar el producto, como tornillos, tuercas, etc), moldeándose o siendo procesados (el producto sufre una transformación antes de incorporarse) o cuando se consume de forma completa (lo que quiere decir que no sufre transformación alguna y es el mismo producto lo que se consume).