Una cartera de inversión es el portfolio o colección de diferentes instrumentos financieros o activos, como acciones, obligaciones, bonos, participaciones en fondos de inversión, dinero u otros.

El sentido de una cartera de inversión es destinar un dinero a este tipo de productos, al objeto de obtener un rendimiento en un plazo determinado. Sin embargo, es muy importante que para poder tener margen de maniobra a la hora de adoptar nuestras decisiones, la cantidad de dinero que se invierta no sea necesaria a corto plazo.

La razón de lo anterior es que los mercados cambian y, en ocasiones, aunque hayamos hecho una buena operación, debemos esperar un tiempo considerable para obtener el resultado que esperábamos.

¿Cómo hacer una cartera de inversión?

Uno de los requisitos que suelen ser aconsejados a la hora de constituir una cartera de valores es la dispersión, o el contenido variado de la cartera de inversión.

Este consejo tiene una base práctica, ya que, si bien es posible obtener pérdidas invirtiendo, las posibles pérdidas quedan considerablemente neutralizadas cuando no se apuesta por un único valor, sino por muchos.

Dependiendo del tipo de inversor que vaya constituir la cartera de inversión, habrá de considerar activos o un porcentaje de activos diferente, de cada clase, según su mayor o menor aversión al riesgo.

En cuanto a los distintos tipos de activos, pueden distinguirse: los activos inmobiliarios, los activos de renta fija y los activos de la renta variable, principalmente representados por las acciones.

Otro punto importante, es determinar quién va a gestionar la cartera de inversión. O, dicho de otro modo, si vamos a gestionar la cartera nosotros o queremos que lo haga alguien especializado, como en el caso de los fondos de inversión.

Por último, es preciso determinar el vehículo por medio del cual va a realizarse la inversión.