Durante los ejercicios contables de una empresa hay que estimar cuánto valor han perdido los activos no corrientes o fijos. A este proceso se le conoce como amortización contable, ya que permite calcular la depreciación o la valoración de los activos de una empresa y poder establecer su valor real con el paso del tiempo. Entre los activos que hay que amortizar contablemente encontramos desde el inmovilizado material hasta el inmovilizado intangible o inmaterial pasando por las inversiones inmobiliarias.

Cómo se hace la amortización contable

Es importante que la amortización contable tenga constancia, por lo que debe estar reflejada en los documentos contables de la empresa. Para ello será necesario seguir los pasos siguientes:

  1. Asignar la depreciación del activo como una pérdida del ejercicio contable
  2. Realizar una cuenta negativa en el activo del balance en la que debería ir aumentando la cantidad de saldo conforme el bien va perdiendo valor a lo largo del año. Así, cada activo fijo tendrá tanto una cuenta positiva para recoger el valor del bien cuando se compra o se obtiene y otra cuenta negativa en la que se va reflejando cuánto menos vale conforme va pasando el tiempo.

Esta forma de recoger la amortización contable se conoce como método indirecto, aunque también existe un método directo para controlar la amortización contable. En este caso, la pérdida de valor respecto a su tasación inicial se va anotando en la cuenta contable del activo.

La importancia de la amortización contable reside en que al ser considerado un gasto, este se puede deducir en el pago de impuestos. A esto hay que añadirle, que la amortización contable permite tener una visión de la empresa más real, tanto a nivel económico como financiero, así como también ofrece la oportunidad de crear un fondo de reserva para poder renovar el activo cuando pierda su vida útil, como por ejemplo la maquinaria.