Una hipoteca o préstamo hipotecario es un contrato a largo plazo a través del cual una persona, física o jurídica, presta una cantidad de dinero determinada a otra persona, el deudor, para la compra de una vivienda. Con ello, en el caso de que se produjera un impago por parte del deudor, el acreedor está en su derecho de reclamar el bien para compensar la deuda. Generalmente, las hipotecas van asociadas a bienes inmuebles (como viviendas o naves industriales) para cuya adquisión se solicita un préstamo a una entidad bancaria.

Cuando hablamos de hipoteca, tenemos que identificar los tres componentes más importantes de un contrato hipotecario:

  • Capital: es la cantidad de dinero que presta la entidad bancaria a la persona que solicita el préstamo y que, por tanto, deberá devolver poco a poco hasta conseguir el pago completo de la deuda.
  • Plazo: es el periodo de tiempo acordado durante el cual debe completarse el pago de la deuda y también las mensualidades de pago que el deudor ha de afrontar.
  • Tipo de interés: es el porcentaje de coste que el deudor ha de pagar de más al acreedor por el préstamo. Los tipos de interés pueden ser fijos o variables, pueden ser revisados de forma periódica y pueden modificar la cantidad a pagar.